Presentación: ¿Dónde está el lector para la Nuez?

¿Dónde está el lector para este libro? Porque lo van a comprar, lo llevarán a sus casas. En vez del partido del domingo, optarán por sentarse a leer o a hojear este texto. No es fácil entrar a la poesía, y no tiene por qué serlo. Necesita de lectores aperrados. El libro de Karina propone una nueva lectura también. No encontraremos los acostumbrados versos, ni rimas, ni sonetos. Estamos delante de pequeños párrafos, densamente trabajados en su forma. La prosa poética, aunque tiene su tradición en Chile, con Pedro Prado y Teresa Wilms Montt, resulta extraña para la persona que no es lector habitual de poesía. Karina García además incluye otros discursos, el ensayo y la carta, como formas estéticas, entendida la poética en un sentido amplio. una corriente que corre subterráneamente por toda su propuesta. La configuracion de estos textos tiene directa relación con el hilo temático que las cruza en toda su extensión. Para la autora, las divisiones entre arte y vida, entre intelecto y vida, son constructos artificiales y conservadores, contrarios a la libertad y al compromiso del intelectual con su circunstancia histórica y local, un intelectual barrial. Por lo mismo, el texto se nutre de la vivencia en todos los sentidos. No quiere dejar afuera ningún aspecto que contribuye a la configuración de la personalidad, al desarrollo interior. El origen cerro arriba, el colegio de monjas, las lecturas, la educación universitaria —con la sofisticación teórica que implica— hallan un espacio en este cuerpo textual. Un cuerpo que exhibe sus marcas, sus azotes exigiendo una explicación, ejerciendo su derecho a la crítica, a la disidencia. Esta materia prima sufre una transformación producto del asedio constante del lenguaje crítico. La institucionalidad revelada en su perversidad, su afán de coartar la libertad, de aprisionar el desarrollo de la conciencia: la familia, la religión, el colegio y el Estado, son los principales contras del sistema. Es cuerpo poético, aunque tiene aspectos testimoniales, posee otros aspectos fuertemente marcados, su propia poesía. La metáfora es y no es su caballo de batalla. El lenguaje además se transforma en fragmentario. El corte sintáctico conmina al lector a rellenar los huecos del sentido, a buscar entre la rugosidad de la nuez el sentido que reluce cuando quitamos la mortaja de la realidad.

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